Comparte

Author

apmnacional

Share

…Salvo que se ponga guantes….

Por: Alfonso Zarzalejos Herrero

En esta entrada hablaremos de los dermatoglifos o dactilogramas. No dejen de leer. Del griego y más poéticamente, el «dibujo de los dedos» o el «grabado de la piel». Más comúnmente, las huellas dactilares.

Es sabido que en China y en India cientos de años atrás ya firmaban documentos con las falanges de los dedos o con la mano entera estampada.

Más cercanamente a nuestra era, a finales del siglo XVII, en el estudio de la piel humana, se observó como las crestas y surcos de los dedos y de las manos y pies creaban fricción entre el objeto y la superficie de la piel, mejorando la tracción al sujetar y caminar.

A finales del siglo XVIII se descubre la singularidad de la piel. La crestas y surcos papilares son:

Inmutables, que no cambian durante toda la vida de la persona.

Perennes, que se forman en el feto a mitad del embarazo y duran más años después de muerto―.

Únicos, que nadie tiene las mismas huellas dactilares. Ni los gemelos homocigóticos tienen las mismas huellas dactilares. Jaque y mate al ADN.

Existen autores que afirman que hay una posibilidad entre 64.000 millones de que dos personas tengan las mismas huellas dactilares. Hay unas 8.000 millones de personas en el mundo.

Son tales las posibilidades entre arcos, curvas y espirales que habría que esperar millones de siglos para que una persona repitiera un patrón de crestas y surcos papilares.

Si las huellas se dice son inmutables, perennes y únicas, parece que puede ser un buen método para la identificación de personas y la investigación criminal.

La apariencia es mutable, los testimonios y reconocimientos son falibles y habría que esperar unos años a la llegada ―mejor dicho, descubrimiento― del ADN.

Año 1892, Buenos Aires, Argentina. Los dos hijos de Francisca Rojas de 4 y 6 años habían sido asesinados. Acusó del asesinato a un hombre, Ramón Velásquez, celoso por no querer casar con ella.

El inspector Álvarez de la Plata encontró una huella dactilar impregnada en sangre en la puerta de la escena del crimen. Comparó la huella con la de Francisca Rojas y coincidía plenamente. Francisca finalmente confesó los asesinatos.

El audaz inspector no es, sin embargo, el más importante actor del primer asesinato resuelto por la policía mediante la dactiloscopia. El inspector Álvarez de la Plata era discípulo de su maestro, el policía argentino-croata Juan Vucetich.

Sobre él basta decir que el Día Mundial de la Criminalística es el 1 de septiembre porque ese mismo día, en 1891, confeccionó las primeras fichas dactilares. Juan Vucetich es el padre de la dactiloscopia comparativa.

En Bengala, pocos años más tarde, en 1898, de la mano del Inspector General de las Provincias Bajas Sir Edward Richard Henry y del antropólogo Sir Francis Galton, se descubrió al asesino de un gerente de un jardín de te por la huella dactilar de un pulgar derecho.

Este caso dista del argentino porque en este se descubrió la identidad y se condenó al asesino por medio del cotejo de la huella dubitada ―la de la escena del crimen― con las huellas indubitadas que obraban en el registro de la Oficina Central de la Policía de Bengala iniciado en 1894.

Desde entonces, la dactiloscopia y la lofoscopia se ha estudiado, se ha desarrollado y se ha aplicado por policías de todo el mundo.

En nuestro caso, por los diferentes grupos, unidades y secciones de identificación y lofoscopia del Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil en sus laboratorios de criminalística.

Ellos, que alimentan y se nutren del Sistema Automático de Identificación Dactilar ―SAID― de INTERPOL, con el registro de las huellas dactilares de todos aquellos a quienes se detiene diariamente en nuestro país.

Respecto al cotejo con la base de datos ADDNIFIL de huellas dactilares que a todos nos toman cuando renovamos el DNI, decir que la finalidad de este fichero es la gestión del documento nacional de identidad y que, como dato biométrico personal sujeto a protección de datos, habrá que esperar a otra entrada de este blog.

Además, a los detenidos se le toma huellas de todos los dedos de ambas manos, mientras que cuando renovamos el DNI solo se toma la huella del dedo índice.

Para concluir, a modo de síntesis sobre el valor probatorio de la huella dactilar, decir:

  • La presencia de huellas del acusado en la escena del crimen solo permite acreditar la presencia del acusado en dicho lugar y en algún momento anterior, posterior o coetáneo al crimen.
  • La presencia de huellas del acusado en el instrumento del delito ―un cuchillo, una pistola― solo permite acreditar que el acusado ha cogido o ha tocado dicho objeto en algún momento.
  • El cotejo dactiloscópico es infalible salvo error humano en la toma de muestras o en el cotejo.
  • También puede ocurrir que la muestra sea pobre porque no se han «impregnado» suficientes crestas en el lugar u objeto que ha tocado, ha cogido o en el que se ha apoyado el acusado.
  • En principio, lo dicho no es suficiente para acreditar que el acusado ha cometido el delito.
  • Sin embargo, si la muestra ha sido regularmente tomada, custodiada y cotejada con la indubitada; si el acusado da explicaciones ilógicas, incongruentes, increíbles o meramente negatorias y si no existen hipótesis o explicaciones alternativas y lógicas, la prueba dactiloscópica sí es apta para enervar la presunción de inocencia del acusado.

FUENTES: Orden INT/1202/2011, de 4 de mayo, por la que se regulan los ficheros de datos de carácter personal del Ministerio del Interior. Interpol. Ministerio del Interior. Cuerpo Nacional de Policía. Guardia Civil. Departamento de Justicia de Estados Unidos.

Alfonso Zarzalejos Herrero. Juez.