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Hay un elefante en el Juzgado. Hablemos de “inteligencia” (y no es artificial)._Por Joaquín Gadea Francés.
Hay un elefante en el Juzgado. Hablemos de “inteligencia” (y no es artificial).
La expresión «un elefante en la habitación» («an elephant in the room«), de origen anglosajón, se usa con frecuencia para referir una situación o circunstancia que se está evitando o ignorando un determinado contexto. No se refiere a un problema desconocido o difícil de detectar, sino, al contrario, a una cuestión que, pese a estar presente, no se desea ver.
Su uso se remonta a mediados del siglo pasado, y aunque no está claro quién la acuñó por primera vez, su origen podría estar en un cuento en el que un Rey invitaba a varias personas a una cena y colocaba un elefante en el centro de la habitación. Los invitados estaban demasiado ocupados discutiendo entre sí y no se daban cuenta de que había un elefante en la habitación.
Esta metáfora me sirve para el propósito de este artículo, en el que quiero referirme a la inteligencia y cómo se está introduciendo progresivamente en la actividad ordinaria de los jueces de instrucción. En concreto quiero hablar de la inteligencia que, en el marco de una investigación por un delito, producen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y cuyo destinatario son los Jueces Instrucción.
En un contexto en el que la actividad delictiva es cada vez más compleja y transnacional, es interesante poner el foco en la eficacia que debe atribuirse en la fase de instrucción sumarial del proceso penal español este “producto” (la inteligencia) resultado del análisis metodológico la información, y cuya aplicación puede resultar esencia para el esclarecimiento de determinados delitos (por ejemplo, en los casos de terrorismo, delitos cometidos por organizaciones criminales, o incluso complejos casos de corrupción).
¿Puede la inteligencia ayudar a esclarecer unos hechos aparentemente delictivos? ¿Debe quedar circunscrita a la prevención del delito?; y lo más importante, ¿Puede ser la inteligencia una forma de manipular a los Jueces, encaminando la investigación en un determinado sentido?
Empecemos por el principio. En el ámbito académico y con carácter general se habla de inteligencia como el resultado de someter la información obtenida en un determinado ámbito a un método científico de análisis. Es un proceso metodológico, reglado, mediante el que la información generada por unos productores y atendiendo a su consumidor, se trata como un producto encaminado a reducir la incertidumbre y servir de apoyo en un proceso de toma de decisión[1].
Generalmente se suele asociar la inteligencia al espionaje, el secreto y los centros de inteligencia más populares (KGB, CIA, MI5) o en el caso de España el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Nada más lejos de la realidad, espiar, no tiene nada que ver con el proceso de análisis de la información. En nuestro país la producción de inteligencia no solo es competencia del CNI. Existe una auténtica Comunidad de Inteligencia en la que se integra tanto la Guardia Civil, a través de la Jefatura de Información, como el Cuerpo Nacional de Policía, mediante la Comisaría General de Información, quienes disponen de potentes y eficaces mecanismos de análisis de información y producción de inteligencia.
Así las cosas, la inteligencia a la que me voy a referir en este artículo es el producto resultado la actividad de estas dos instituciones; la Jefatura de Información de la Guardia Civil y la Comisaría General de Información del Cuerpo Nacional de Policía.
¿Puede esta inteligencia ayudar a esclarecer unos hechos aparentemente delictivos o debe quedar circunscrita a la prevención?
Considero que existen buenas razones para considerar la inteligencia una herramienta valiosa en la instrucción de determinados delitos, entendida esta como el producto resultante del análisis de la información, cuando nos enfrentamos a delitos que, por su complejidad requieren un mecanismo sistematizado de análisis de grandes cantidades de información en busca de patrones y conexiones que ayuden a individualizar a los responsables del hecho (por ejemplo, en supuestos de terrorismo y crimen organizado).
Es evidente que la inteligencia es, en primer lugar, una herramienta de prevención.
La inteligencia, al analizar grandes cantidades de información, permite detectar patrones que pueden ayudar a identificar actos preparatorios propios de una organización criminal o terrorista, o incluso identificar un proceso de radicalización o captación de un concreto sujeto, permitiendo así a los Cuerpos encargados de la seguridad tomar medidas preventivas antes de que se cometa el hecho delictivo. Esto es especialmente importante en el caso del terrorismo, donde la prevención es clave para evitar ataques que pueden causar grandes daños a la sociedad.
Una vez cometido el delito, considero que existen motivos para entender que puede ser una herramienta útil y necesaria para los jueces de instrucción.
La inteligencia puede ayudar a identificar a los responsables del hecho. Al analizar la información disponible, puede generar las conexiones, o recopilar, por múltiples fuentes, la información necesaria para identificar a los miembros de una organización criminal o a los terroristas implicados en un hecho.
Las organizaciones criminales suelen estar formadas por redes complejas y jerarquizadas. Identificar a los miembros de estas organizaciones y sus conexiones es esencial para poder actuar frente a ellas e imputar (y en su caso acusar) a los responsables. La inteligencia puede llevar a la identificación de los miembros clave de una organización criminal.
La inteligencia tiene vocación internacional. Determinadas formas delictivas superan las fronteras tradicionales del Estado. Se requiere la colaboración de diferentes países y organismos. La inteligencia, al analizar información de diferentes fuentes, puede ayudar a establecer conexiones entre diferentes organizaciones o grupos criminales de todo el mundo. Esto resulta especialmente útil en la coordinación de esfuerzos internacionales para desmantelar estas redes delictivas.
Ahora bien, ¿Puede ser la inteligencia una forma de manipular a los Jueces, encaminando la investigación en un determinado sentido?
Frente a los temores que puede suscitar un mecanismo tan potente como es el de la “inteligencia”, considero que debemos tener confianza en las instituciones de que emana este producto.
Para ello es importante levantar el halo de misterio que rodea la actuación de los servicios de inteligencia de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. La discreción y el sigilo es esencial en el ejercicio de sus funciones, pero ello no tiene por qué suponer distancia, oscuridad o misterio.
Para confiar en la inteligencia, considero indispensable que los jueces conozcan todo el proceso de la inteligencia, desde la obtención de la información (quién, cómo y dónde) hasta el método empleado para su análisis. Es necesario mayor formación en la materia, pero también un diálogo fluido con los cuerpos policiales que permita superar los recelos y desconfianzas; no se trata de dirigir al Juez en un determinado sentido, sino de ayudarle a orientarse.
En conclusión, si bien la inteligencia como producto resultado del análisis de la información por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es esencial en la prevención de delitos, puede ser también eficaz para la investigación de delitos complejos. La inteligencia, puede ser útil y necesaria en la instrucción penal para identificar a los responsables, concretar los hechos e individualizar la participación de los responsables en el marco de organizaciones criminales. Además, al procesar información a nivel internacional permite superar los problemas inherentes a las fronteras políticas. Por lo tanto, es importante conocer el funcionamiento de la Comunidad de Inteligencia en la que se integra los servicios de inteligencia de la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía para que los Jueces podamos aprovechar al máximo el potencial de la inteligencia.
Joaquín Elías Gadea Francés.
Juzgado Central
de Instrucción nº 6
[1] Lopez Muñoz, J. “Manual de Inteligencia”. Ed. Tirant lo blanch. 2019