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Crónica del Debate General de la Asamblea General de las Naciones Unidas (77º periodo de sesiones 2022-2023). Posición de los principales actores internacionales._Por Marta Canals Lardiés
Crónica del Debate General de la Asamblea General de las Naciones Unidas (77º periodo de sesiones 2022-2023). Posición de los principales actores internacionales.
El escenario internacional tiene señalada una fecha fija en el calendario a fin de dar cabida al diálogo de más alto nivel sobre temas de interés mundial. De forma estrictamente pautada (entre otras, RES 57/301), es a partir del martes de la tercera semana del mes de septiembre cuando se reúne anualmente la Asamblea General de la ONU.
Especialmente, es en su Debate General -que comienza el martes siguiente a la inauguración de dicho periodo ordinario de sesiones con una duración de nueve días hábiles ininterrumpidos-, donde se posan los ojos de los analistas internacionales, y cada vez más, contra todo pronóstico, los del ciudadano de a pie. Ese que todavía asiste perplejo a cómo la crisis energética provocada por una guerra que tiene lugar en el lejano este de Europa, afecta a sus necesidades más prosaicas.
Es por ello que me parece interesante, a la par que oportuno, elaborar un relato de lo acontecido en el último Debate. Lo haré bajo la forma de crónica periodística, en la que destacarán especialmente las intervenciones de los agentes desafiantes del orden mundial vigente, Rusia y China, quienes por cierto envían, significativamente, una representación de segundo orden: sus respectivos Ministros de Asuntos Exteriores.
Podríamos titularlo, por ejemplo…
Septiembre en Nueva York.
En el impasse entre el estío y la época otoñal, los jefes de estado y cancilleres del mundo se dejan caer, como las hojas de un árbol, por la sede de la Organización de las Naciones Unidas para dar cuerpo a un ritual repetido casi ininterrumpidamente desde 1948. “Casi” ininterrumpidamente, porque en el año 2020 el reloj analógico dejó de correr. No solo la actividad mundana del ciudadano promedio. También las instituciones, nacionales e internacionales detuvieron sus máquinas mientras el polvo se adueñaba de sus egregios salones, lo que no impidió celebrar la Asamblea a través de videoconferencia.
Así pues, 2021 fue una ocasión especial con aires de reinauguración. Pero en lugar del olor a fuste de los muebles nuevos, la novedad fue el estreno del Presidente Biden en el estrado global.
Este 2022, el ambiente del Salón de la Asamblea olía a humo, sangre y hambre. La guerra marca la agenda, y sus consecuencias globales se desenvuelven en los discursos de los próceres del mundo como un rollo de papel de cocina.
Cuando toma la palabra el Secretario General Guterres, expone a la ilustre concurrencia, con la precisión del editorialista, una enunciación pausada de las aflicciones del mundo.
A su excelencia le preocupan los conflictos armados, pero no limita su alocución a las breves palabras dedicadas a la guerra en Europa. No será el suyo un discurso que retumbe en los oídos del pueblo ruso, pues más allá de la caracterización del conflicto como una invasión, así como la referencia explícita a las fosas de Izyum, a las que por cierto, denomina “tumbas”, apenas se advierte una condena tajante al régimen putinista. Preocupan también al Secretario General los conflictos internos congoleños, haitianos o el conflicto Palestino israelí, manifestando tibiamente la ya establecida apuesta por una solución biestatal.
Guterres alerta también sobre el hambre en el mundo. La referencia a la contracción del mercado de fertilizantes como consecuencia de la Guerra, y el destrozo que está causando en la economía agraria africana.
Todo un Secretario General de las Naciones Unidas no puede dejar pasar la ocasión para destacar el fenómeno de división geopolítica que está alterando el mundo post caída del muro. Un extremo sobre el que tendrán mucho que decir las grandes potencias geopolíticas, cuyos altos representantes nos mostrarán a lo largo del periodo de sesiones, cuan fiel es el relato y fundado el miedo que expresa la máxima autoridad de la ONU.
Sin embargo, de manera buscada, y quizás un tanto naíf, el Secretary General hace un llamado histriónico a la esperanza. Una esperanza cuyos contornos dibuja a partir del ejemplo del Buque Brave Comand, que partió de Ucrania con el consenso ruso, para llevar cereales al cuerno de África.
Tiempo ahora para la real politik de los nuevos –y no tan felices- años veinte. El Presidente Joe Biden toma la palabra con la suavidad del hombre viejo, y la seguridad de quien conoce bien su papel en el contexto internacional.
Sus palabras son, por un lado, el reflejo de un conflicto abierto con la Federación Rusa, y por otro, la vocación yankee de abrirse a la cooperación con los países del orbe que pudieran sentirse desplazados del concierto de las naciones, proponiéndose ampliar el cupo de nuevos estados miembros permanentes a África, Latinoamérica y el Caribe.
De forma implícita niega que la entrada de Ucrania en la OTAN constituyera una amenaza para Rusia, condenando su vocación imperialista. Una Rusia que, dice el Presidente Biden, “está lanzando mentiras, tratando trasladar la culpa por la crisis-crisis alimentaria- hacia las sanciones impuestas por muchos en el mundo ante la agresión sobre Ucrania” (…), “Déjenme ser claro sobre esto- estatuye el Presidente- nuestras sanciones explícitamente autorizan a Rusia a exportar comida y fertilizante (…) es la guerra de Rusia lo que empeora la seguridad alimentaria y sólo Rusia puede terminarla”.
Y es que la crisis alimentaria ha centrado gran parte de los discursos, y en el caso de Biden, como era de esperar, se introduce una acusación explícita sobre la Federación Rusa. En todo caso, barre para casa cuando habla del Programa humanitario Feed the Future –alimenta el Futuro-. Me pregunto si soy la única que no puede evitar que le evoque recuerdos del programa “America Trabaja” del ficticio Presidente Frank Underwood.
Naturalmente el Presidente, al igual que el canciller Chino, se afana en proveer la idea de buena convivencia entre potencias, en referencia a China, al tiempo que declarara “seremos unos líderes razonables y no queremos obligar a otros a elegir”, en una manifestación de toma de conciencia sobre la extinción del mundo unipolar.
En todo caso, Biden, ha marcado con su discurso, las líneas maestras de una política internacional que vuelve por los cauces previos a la presidencia Trump, cuyo discurso de 2017 fue tan distinto del del actual inquilino de la casa Blanca, pero que debe asumir que el mundo de hoy, no será nunca más el de los años noventa. El de la hegemonía absoluta de los Estados Unidos de América.
La temperatura del hemiciclo se desploma para cuando interviene el Ministro Lavrov. Sus palabras no dejan lugar para la esperanza, y son la expresión oral más gráfica del mundo de 2022. La Federación Rusa sigue sintiéndose atacada. Atacada por la desinformación y por las pretensiones hegemónicas de EEUU.
La desaparición del mundo unipolar, y la exposición de hitos históricos que realiza el canciller muestran una visión dogmática y unilateral del antiguo imperio. “EEUU divide todo en conmigo o contra mí”, y lanza un guiño a la República Popular China, al advertir del riesgo que entraña la posición de la potencia americana sobre Taiwan.
Pero no solo Estados Unidos recibe las andanadas dialécticas del viejo diplomático moscovita. Las sanciones económicas “ilegales” impuestas por la Unión Europea y su “irresponsable” política en materia de hidrocarburos, son también una alusión de máxima actualidad, y que habla de hasta qué forma la agenda internacional se está viendo mediatizada por la guerra y sus consecuencias.
Definitivamente, Rusia, a través de su representante, hace una invocación de los principios de la Carta de las Naciones Unidas, y reivindica la creación del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas.
El tercer gran contendiente del mundo global, el gigante asiático chino, aprovechó su escasa media hora de alocución para resituarse en el mapa. No quiere ser una potencia amenazante, sino un mediador en los conflictos, un defensor activo de la paz y de la no proliferación –el Ministro Yi recuerda que China es la única nación con armamento nuclear, que ha renunciado a ser la primera en usarlo en un potencial conflicto. “La Paz –dice el canciller- no se nota cuando te beneficias de ella, pero no podemos vivir cuando falta”.
No obstante, la voz de la potencia comunista se agrava cuando toca hablar de sus intereses. Taiwán es una reivindicación territorial a la que no están dispuestos a renunciar porque este es un compromiso asumido por las Naciones Unidas en las declaraciones del Cairo y de Postdam.
Como es de ver, sólo las cuatro intervenciones anteriores ya dibujan eso que se ha dado en llamar el mundo multipolar. El mundo del siglo XXI que sustituye a esa arcadia feliz de los años noventa en la que una sola potencia definía las necesidades del mundo. China, antaño vista como un arcaísmo comunista, es ahora una potencia económica que suaviza su imagen pública con tecnología y una posición de moderación y búsqueda activa de la paz.
Estados Unidos y Rusia reverdecen sus conflictos y hostilidades, y por primera vez, en un mundo que hace de la no proliferación nuclear una pretensión irrenunciable, las potencias nucleares vuelven a recordar activamente que lo son.
La agenda internacional viene, como se ha dicho, marcada por la guerra. Pero esa guerra no agota sus consecuencias en sí misma, sino que extiende el daño económico de forma indudable a través de la peste del hambre.
Sobre todo ello han hablado los dueños de la tierra. Los conocidos y aquellos de los que apenas conocen sus nombres quienes se dedican profesionalmente a la información internacional, e incluso en ocasiones, solo los que lo hacen desde las grandes cabeceras.
El mundo se sitúa en un nuevo comienzo si entendemos que muchos consideraron que la caída del Telón de Acero había sido una especie de “Fin de la Historia”, y en ese nuevo comienzo, los intereses nacionales deben definirse y alinearse a un lado o a otro.
Emmanuel Macron, quien lanzase hace apenas dos años unas incendiarias declaraciones contra la OTAN, realiza una intervención que mezcla el puño de hierro con el guante de seda. El puño de la condena sin paliativos a Rusia, y el guante en que envuelve las facultades negociadoras de su diplomacia. Dice que el mundo se enfrenta a una disyuntiva “la Guerra o la Paz”, y que Rusia conculcó la seguridad colectiva abriendo la puerta a otros conflictos, al tiempo que aboga por la búsqueda de una solución pactada, pero de una solución en la que se reconozca la integridad territorial ucraniana. Pero cuando verdaderamente brama la voz del líder galo es cuando condena sin paliativos a los países neutrales como cómplices de Putin. Macron, además comparte el juicio crítico sobre los referéndums celebrados en el territorio ucraniano bajo el mandato ruso.
La líder británica, la efímera Liz Truss, tuvo ocasión de aprovechar su fugaz mes y medio de mandato asistiendo a una cumbre internacional de semejante calado. Hizo un llamamiento a combatir el autoritarismo y reforzar la economía. Pese a las tensiones que cosen su actual relación con la Unión Europea post Brexit -basada principalmente en el controvertido rechazo al Protocolo para Irlanda del Norte-, es precisamente la invasión rusa de Ucrania un punto en el que ambas potencias sí mantienen un mismo posicionamiento. Desafortunadamente, el riesgo para la seguridad del territorio europeo y la crisis energética unen mucho.
También han tenido su tiempo los líderes de naciones relevantes en la región en guerra. Como el Presidente polaco, con mucho que decir en este conflicto como vecino sufridor, que lanza un anatema contra la guerra y contra Rusia. Y una vez más, contra el hambre, frente al ataque ruso sobre la producción de alimentos que contraviene el Protocolo I de la Convención de Ginebra de 1977.
Y si, también intervino el Primer Ministro español, aunque sus palabras de adhesión a la comunidad internacional y contrarias a la guerra, no suscitaron gran interés en la prensa.
Marta P. Canals Lardiés
Magistrada titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Badalona.