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LEALTAD ¿A QUIÉN?
Por: Alicia Díaz-Santos Salcedo
“Ser leal a sí mismo es el único modo de llegar a ser leal a los demás” (Vicente Alexandre)
Hace unas semanas, leí en la prensa un interesante artículo sobre la “lealtad institucional” que me resultó bastante inspirador y me animó a escribir estas líneas. Pese a que el artículo se centraba en la importancia de ser leal (o no) a una determinada institución, hizo que me plantease la necesidad de ser leal a uno mismo para encauzar correctamente esa otra lealtad que llaman “institucional”.
La lealtad es una cualidad de los seres humanos que se manifiesta en la fidelidad y el compromiso hacia personas, valores u organizaciones. Aunque la lealtad va más allá de la simple adhesión a algo o alguien, pues implica una conexión sincera que se mantiene incluso en momentos complicados. La lealtad obliga a quien la práctica a ser íntegro, a mostrarse sin dobleces, a no ocultar ni deformar la realidad.
A menudo, se puede confundir con la obediencia o la sumisión, pero lo cierto es que, en mi opinión, la verdadera lealtad es mucho más compleja. Implica honestidad, respeto y apoyo incondicional, lo que crea una base de confianza entre las personas. Se dice que alguien leal es capaz de defender los intereses y valores de otro, incluso cuando no coinciden plenamente con los suyos propios.
Cuando coloquialmente hablamos de lealtad, siempre parece que se asocia dicha cualidad con algo positivo, pero, a raíz del mencionado artículo de prensa que leí y de la propia definición de lealtad, me percaté de que la lealtad hacia los demás o hacia las instituciones no siempre puede ser tan buena. Pensemos en los miembros de una banda criminal y su lealtad hacia el jefe o cabecilla, por ejemplo. De ahí la importancia de tener claro lo que supone ser fiel a uno mismo para poder practicar esa lealtad hacia otros.
Y uno es leal a sí mismo cuando tiene una relación honesta y coherente con sus propios valores y principios. Ello implica saber quiénes somos, qué queremos y qué consideramos importante y tomar decisiones alineadas con dicha visión. Y no se equivoquen, ser leales a nosotros mismos no es egocentrismo, sino respeto hacia nuestras necesidades y convicciones. La lealtad a uno mismo se basa en la autenticidad, y actuar de manera auténtica es el primer paso para construir relaciones genuinas con los demás. Ahora bien, en mi opinión, hoy en día, encontrar seres auténticos no es tarea fácil. Cada vez resulta más complicado encontrar personas verdaderamente auténticas que se muestran a los demás tal y como son, sin intentar encajar en expectativas externas que no comparten.
En la sociedad moderna, donde la rapidez de los cambios y la competencia son constantes, la lealtad se enfrenta a muchos desafíos. Vivimos en una era de sobreexposición en la que constantemente vemos, comparamos y juzgamos. Las redes sociales nos exponen a estándares de vida, de éxito y de belleza que no siempre son realistas, y las opiniones de los demás pueden influir en nuestras decisiones. Sin embargo, cuando dependemos demasiado de la aprobación externa, perdemos el rumbo personal y sacrificamos nuestra autenticidad.
Aunque sea triste reconocerlo, cada vez nos resulta más difícil ser auténticos porque cada vez nos conocemos menos a nosotros mismos: no sabemos definir qué es lo que realmente queremos y cuáles son nuestras prioridades. Y una vez fijado eso (que no es tan fácil), también es importante marcar nuestros propios límites. Actuar en función de nuestros valores y decisiones, incluso si esto implica tomar un camino menos popular o enfrentar conflictos. Todo ello nos ayuda a mantenernos fieles a nosotros mismos. Y teniendo en cuenta esa lealtad o fidelidad hacia nosotros, fijaremos la lealtad hacia los demás.
También en el contexto laboral la lealtad es sumamente valiosa. En la mayoría de los códigos de conducta profesionales se exige “lealtad”. Los jueces, sin ir más lejos, conforme al artículo 318 de la LOPJ, juramos lealtad a la Corona. En el artículo 3 del Real Decreto 176/2022, de 4 de marzo, por el que se aprueba el Código de Conducta del personal de la Guardia Civil se contempla que “Mostrarán el máximo compromiso personal de fidelidad, respeto y sinceridad hacia los demás componentes del Cuerpo, independientemente de su empleo, situación o destino. La lealtad será recíproca entre los superiores jerárquicos y sus subordinados”. O en el ámbito militar, por ejemplo, lasReales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, en su artículo 10, disponen que “Se comportará en todo momento con lealtad y compañerismo, como expresión de la voluntad de asumir solidariamente con los demás miembros de las Fuerzas Armadas el cumplimiento de sus misiones, contribuyendo de esta forma a la unidad de las mismas”. Por su parte, el artículo 24.1 del Código de deontología médica dispone que “la relación médico-paciente debe fundamentarse en la lealtad, veracidad y honestidad”.
Como vemos, la lealtad es un valor esencial que, en muchos casos, marca la diferencia en la vida de las personas. Las relaciones basadas en la lealtad son aquellas que perduran y aportan valor a largo plazo, en contraste con las que se sostienen solo por intereses momentáneos.
Cuando somos leales con nosotros mismos y respetamos nuestras propias necesidades y valores, nos volvemos más capaces de ser leales a los demás de manera sincera y desinteresada. La lealtad hacia los demás, cuando nace desde esta seguridad interna, no implica sacrificios extremos ni renunciar a nuestra propia esencia. En cambio, se convierte en un compromiso genuino y equilibrado, donde apoyamos a quienes queremos y respetamos, sin traicionarnos a nosotros mismos en el proceso.
También es innegable que cuando elegimos ser leales a nosotros mismos, es probable que enfrentemos críticas, especialmente si nuestras decisiones desafían convenciones o expectativas familiares y sociales. Y en esos casos, es importante tener la capacidad de mantenernos firmes y fieles a nuestros valores a pesar de la presión externa.
Por tanto, la lealtad hacia uno mismo es el pilar fundamental para ser leales a los demás. Cuando cultivamos una relación auténtica con nosotros mismos, generamos la confianza y el equilibrio emocional necesarios para construir relaciones sólidas y sinceras con quienes nos rodean. La lealtad comienza en nuestro interior, y al ser fieles a nuestras propias convicciones y necesidades, podemos ofrecer a los demás una lealtad genuina, profunda y duradera.
Alicia Díaz-Santos Salcedo.
Magistrada de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJ de Cataluña.