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EL LEGISLADOR DEFINIDOR._Por Carmen Romero Cervero

EL LEGISLADOR DEFINIDOR

            Esta que les escribe, que ya peina canas, siempre ha tenido la mala costumbre de acudir al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (que fija, limpia y da esplendor), incluso al María Moliner, para consultar las definiciones de las palabras, sin embargo, de un tiempo a esta parte vemos como a nuestro actual legislador le ha entrado el gustillo por convertir las leyes en un auténtico compendio de definiciones; toda ley que se precie, amén de tener, en muchas ocasiones, una exposición de motivos más extensa que el propio articulado (excusatio non petita….), tiene que tener un artículo dedicado a las definiciones; normalmente va a ser el artículo 2 o como mucho tardar el  3, el primero lo dedican al objeto de la norma, el segundo a su ámbito de aplicación y el tercero lo titulan, directamente y sin anestesia : “definiciones”.

            Las siguientes líneas se van a dedicar al examen de  tres leyes de las cuales, cuando comencé a escribir estas líneas, sólo una estaba en vigor pero a día de hoy, ya están las tres publicadas en el BOE puesto que el ejecutivo, que bien podríamos decir que se ha fagocitado al legislativo, tenía  mucha prisa en que entraran en vigor.

            Vamos a empezar con la Ley 13/22, de 7 de julio, General de Comunicación Audiovisual; la ley viene a trasponer al derecho nacional la Directiva 2018/1808 del Parlamento Europeo y del Consejo de 14 de noviembre de 2018, trasposición, por cierto, que se hizo tarde ya que la misma debería haberse hecho antes del 19 de septiembre de 2020; en esta Ley, el legislador nos cambia el orden y en vez de dedicar el art. 3 a las definiciones y el 2 al ámbito de aplicación, altera el orden y este artículo 2 viene a recoger nada más y nada menos que hasta veintidós definiciones distintas tales como servicio de comunicación audiovisual, responsabilidad editorial, decisión editorial, servicio de comunicación audiovisual televisivo lineal, servicio de comunicación audiovisual televisivo a petición o televisivo no lineal, servicio de comunicación audiovisual radiofónico, servicio de comunicación audiovisual sonoro a petición, servicio de comunicación audiovisual de ámbito estatal, servicio de comunicación audiovisual de ámbito autonómico, servicio de comunicación audiovisual en abierto, programa de televisión, programa radiofónico o sonoro, catálogo de programas…..

            Veamos cómo define el legislador “programa televisivo”; dice el art. 2.18 de la Ley General Audiovisual que se entiende por programa televisivo el conjunto de imágenes en movimiento, con o sin sonido, que constituye un elemento unitario, con independencia de su duración, dentro del horario de programación de un servicio de comunicación audiovisual televisivo lineal o de un catálogo de programas elaborado por un prestador del servicio de comunicación audiovisual, incluidos los largometrajes, los vídeos cortos, las manifestaciones deportivas, las series, las comedias de situación, los documentales, los programas infantiles y las obras de teatro originales, así como las retransmisiones en directo de eventos, culturales o de cualquier otro tipo; ¿de verdad que es necesario que el legislador nos dé una definición de lo que debemos entender por programa de televisión, definición, por otro lado, interminable?

            Veamos ahora como el legislador define programa radiofónico; dice el art. 2.19 que se entiende por programa radiofónico o sonoro el conjunto de contenidos sonoros, con o sin imagen, que forman un elemento unitario dentro del horario de programación de un servicio de comunicación audiovisual radiofónico o de un catálogo de un servicio de comunicación audiovisual sonoro a petición, así como contenidos o materiales accesorios o auxiliares a la programación, relacionados con la emisión de la misma. Vuelvo a reiterar la pregunta: ¿de verdad es necesario que el legislador nos diga que hay que entender por un programa radiofónico?

            Pero, señoras y señores, si las veintidós definiciones de la Ley General Audiovisual nos parecían muchas, doblamos la apuesta y ahora nos centramos en la Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales; en este caso las definiciones las recoge el art. 3 y son nada más y nada menos que treinta y ocho las definiciones que contiene la norma; son tantas que el legislador había comenzado a enumerarlas como a, b, c, d……y se quedó sin abecedario, resultando que la última aparece identificada como “KK” (no se rían, es verdad, acudan al texto y vean como no miento).

            Pues bien, entre esa maraña de definiciones hay auténticas maravillas que hacen las delicias de cualquier lector. Vayamos por partes y centrémonos, en primer lugar, en el mundo felino. En mi casa, como en la de la mayoría, siempre que hablábamos de gatos hablábamos del gato de casa y del callejero; ahora, si acudimos a la norma, nos encontramos con multitud de tipos de gatos y de multitud de matices en relación a los mismos; para muestra, un botón: gato comunitario, gato merodeador, colonia felina, cuidador de colonia felina, gestión de colonias felinas.

            Además de los gatos, mención aparte merece la necesidad (según el legislador) de que se nos dé una definición de qué ha de entenderse por “veterinario acreditado en comportamiento animal”; llegados a este punto yo me pregunto si es que existen veterinarios acreditados en comportamiento humano (¿?).

            Y pasando ya a la última norma “a destripar”, nos vamos a detener en la Ley  4/2023,  de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI; en ella se dedica el art. 3 a darnos nada más y nada menos que diecisiete definiciones, alguna de las cuales, no es que merezcan, es que necesitan varias lecturas para entender lo que se nos quiere decir, baste ver las definiciones que se hacen de discriminación directa e indirecta para terminar con la definición de discriminación múltiple e interseccional que se produce “cuando una persona es discriminada, de manera simultánea o consecutiva, por dos o más causas de las previstas en esta ley, y/o por otra causa o causa de discriminación previstas en la Ley 15/2022, de 12 de julio, integral para la igualdad de trato y la no discriminación. Se produce discriminación interseccional cuando concurren o interactúan diversas causas comprendidas en el apartado anterior, generando una forma específica de discriminación”. Si lo anterior no era suficiente, tenemos también la discriminación por error que es aquella “que se funda en una apreciación incorrecta acerca de las características de la persona o personas discriminadas”. Me río yo del error de tipo y del error de prohibición en penal.

            Mención especial y detenida merece la definición que se da de la orientación sexual; nos dice el legislador que la orientación sexual es la atracción física, sexual o afectiva hacia una persona. Fíjense bien en la disyuntiva -que no copulativa-.

            Nos continúa ilustrando el legislador sobre los tipos de orientación sexual que existen:

            -. Heterosexual: cuando se siente atracción física, sexual o afectiva únicamente hacia personas de distinto sexo.

            -. Homosexual: cuando se siente atracción física, sexual o afectiva únicamente hacia personas del mismo sexo.

            -. Bisexual: cuando se siente atracción física, sexual o afectiva hacia personas de diferentes sexos, no necesariamente al mismo tiempo, de la misma manera, en el mismo grado ni con la misma intensidad.

            Después de leer y releer multitud de veces la definición que el legislador nos da de bisexual, me estoy planteando que todos somos bisexuales -aunque no lo sepamos, gracias a Dios ha venido el legislador a abrirnos los ojos- ya que si ser bisexual es sentir atracción afectiva hacia personas de diferentes sexos, yo tengo mucho afecto no sólo hacia mis amigos hombres sino también hacia mis amigas mujeres. Probablemente estaré equivocada, pero es que, últimamente, leyendo muchas de las normas que constantemente se publican en el BOE, cada vez estoy más confundida, tanto de día como de noche.

            También hay que agradecerle al legislador que nos ilustre en el sentido de que “las personas homosexuales pueden ser gais, si son hombre, o lesbianas, si son mujeres”. ¿Cuántos años hemos estado viviendo en la ignorancia?

            Y ya, para ir terminado, vámonos al fantástico mundo de los sufijos, concretamente al tan de moda sufijo “-fobia”; de unos años a esta parte su uso se ha disparado exponencialmente, como el de los ofendidos. No hay movimiento que, al sentirse discriminado, añada el -fobia y asunto arreglado.

            Pero centrémonos en lo nuestro; nos da una definición la ley de LGTBIfobia en la que engloba a todas las personas LGTBI para luego, seguidamente, hablar de homofobia, bifobia y transfobia. Que digo yo…¿no tienen cabida las tres últimas definiciones en la primera? ¿Es necesario alargar ad infinitum esas definiciones, resultando la ley redundante?

            Visto lo visto, teniendo en cuenta  la maquinaria legislativa, que de unos años a esta parte no cesa, con reformas, contrarreformas, amén de las glosas de nuestros políticos patrios sobre cómo interpretar una norma porque, como dijo alguno en un tono muy exaltado,  nos están dando “un toque de atención a los jueces”, uno llega a la conclusión de que ser opositor en este país, en el momento en que vivimos es tarea de titanes porque…..díganme ustedes quien tiene valor de meterse entre pecho y espalda la ristra de definiciones que antes les he anticipado. Me río yo de la Ley del IVA o de la del IRPF, juego de niños, en comparación con las nuevas.

Carmen Romero Cervero

Magistrada_Juzgado Contencioso-Administrativo nº 2 Mérida_Badajoz