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DIVIDE ET IMPERA_ Por Carmen Romero Cervero
DIVIDE ET IMPERA
Aunque algunos lo dudan, la mayoría de nosotros le atribuimos a Julio César la famosa frase: divide y vencerás. Sin llegar a ser emperador (el primero fue Octavio Augusto), fue tal el poder que alcanzó que bien podemos decir que fue un anticipo de lo que, pocos años después de su muerte, sería Roma en lo que a concentración de poder en manos de un político se refiere.
Esa frase se ha ido repitiendo a lo largo de historia y se sigue manteniendo en nuestros días; esa repetición ha ido pasando por distintos estadios según el momento histórico en el que nos movamos: patricios y plebeyos, señores feudales y siervos, burguesía y proletariado; cuando la lucha de clases, tal y como se concibió durante la primera mitad del pasado siglo, parecía que había tocado fondo, apareció otra nueva forma de división social que, de unos años a esta parte, hemos visto aparecer, como es la división entre hombres y mujeres, haciendo de aquellos poco menos que ogros y de estas poco menos que seres de luz incapaces de hacer nada que perturbe al prójimo, todo ello con la ayuda de ciertos medios de comunicación, utilizando lenguajes inaceptablemente eufemísticos y neolenguajes con espúreas intenciones.
Y de repente, cuando estábamos metidos en esa vorágine hombres vs. Mujeres, apareció el COVID-19; tuvimos la primera ola, la segunda, la tercera…..el pasado 6 de agosto, en la página web de la Moncloa se afirmaba que “El 70 % de la población estará inmunizada en el mes de agosto” y llegó finales de noviembre y nos encontramos con una nueva cepa, que parece ser, viene de Sudáfrica, la llaman Ómicron (como la decimoquinta letra del alfabeto griego); en prensa se han publicado declaraciones de Angelique Coetzee, presidenta de la Asociación Médica de Sudáfrica, indicando que no hay síntomas prominentes en los contagiados con la nueva variante de COVID-19 y a día de hoy, 5 de diciembre de 2021, a la OMS no le consta ningún fallecido por la nueva variante; pese a ello, de unos días a esta parte, nuestro país se ha vuelto a poner, literalmente patas arriba; parece que teníamos un respiro y preveíamos unas Navidades tranquilas y, de repente, nos hemos encontrado nuevamente con una serie de controles que afectan a la libertad de las personas.
Enlazando el divide y vencerás del principio con el COVID-19, la relación es obvia; no pretenden estas líneas negar absolutamente nada, lo único que pretenden es dar un aldabonazo en el lector, intentar despertar un espíritu crítico. Hoy por hoy vemos que la división se ha trasladado a los negacionistas y los no negacionistas, los provacunas y los antivacunas, los promascarillas y los antimascarillas.
La que suscribe estas líneas no se posiciona ni de un lado ni de otro, simplemente se hace preguntas a las que, en la mayoría de las ocasiones, no encuentra respuesta.
Empezamos.
¿Por qué, pese a lo dicho por responsables médicos de Sudáfrica en relación a la nueva variante y que a la OMS, respecto a la misma, no le consta ningún fallecido, en pocas semanas se ha vuelto a poner de moda el famoso pasaporte COVID en distintas autonomías?
Si la inmunidad de grupo, según la página web de La Moncloa, la alcanzamos en agosto, ¿qué sentido tiene pedir el pasaporte COVID cuando se sabe a ciencia cierta que hay vacunados, con la pauta completa, que se han contagiado?; ¿qué sentido tiene pedir un pasaporte COVID cuando los menores de 12 años no están vacunados? ¿Cómo se justifica que yo tenga que exhibir mi pasaporte COVID en determinados establecimientos de hostelería pero mi hijo, menor de doce años, pueda acceder libremente al mismo establecimiento? .
Si a nivel nacional, para variar, nos encontramos con diecisiete reinos de taifas, a nivel europeo la situación es descorazonadora; mientras en Portugal se pide PCR a sus vecinos, aunque tengan la vacunación completa, Alemania estrecha el cerco a las personas no vacunadas, planteándose, en un futuro, la vacunación obligatoria, sin hablar, por supuesto, de nuevos confinamientos como los acordados en las últimas semanas en Austria.
En El País de 1 de diciembre, se publicaba una noticia cuyo titular era “Los técnicos de sanidad y las comunidades desmontan la utilidad del certificado covid para frenar la sexta ola” (informe de varios especialistas que forman la Ponencia de Alertas del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud); ante tal informe ¿cómo se justifica la exigencia de exhibir el pasaporte COVID en determinados establecimientos de determinadas CCAA?. Si los expertos afirman eso ¿qué finalidad (sanitaria, obviamente) tiene la exigencia de esa exhibición? ¿o es que la finalidad no es sanitaria?. ¿No se estaría incurriendo en una supuesta desviación de poder en tanto en cuanto se estaría buscando una vacunación obligatoria -cuando no lo es- mediante la exhibición del pasaporte COVID?.
Vamos más allá; si los gobernantes abogan por una vacunación obligatoria ¿Por qué no se legisla en tal sentido? Si la sociedad se está polarizando entre los que se quieren vacunar (las veces que sean necesarias) y los que empiezan a poner en duda nuevas dosis originariamente inexistentes (hay personas con pruebas de anticuerpos absolutamente positivas que, según las autoridades sanitarias, deberían ponerse nuevas dosis, principalmente los vacunados con Janssen) quizá tendíamos que dar una vuelta al modelo de medicina que queremos tener.
Hace muchos años, lo que decía el médico iba a misa, nadie se planteaba nada; de un tiempo a esta parte, prima, por encima de todo, la autonomía del paciente; esa autonomía del paciente es lo que nos permite elegir entre vacunarnos o no, ponernos las dosis de refuerzo que se recomienden o no; esa autonomía únicamente se puede ejercer libremente cuanto tenemos una información diáfana y clara y es entonces cuando podemos prestar nuestro consentimiento conforme a la Ley de autonomía del paciente. ¿Cómo es posible que para ponerme la vacuna de la gripe tenga que firmar un consentimiento informado pero para ponerme una nueva dosis de una vacuna distinta a la que originariamente me inocularon no sólo no tenga que firmar nada sino que nadie me informe de por qué me la tengo que poner si hecha una prueba de anticuerpos resulta que estoy inmunizada?.
Como antes decía, la sociedad, azuzada por los medios de comunicación, cada vez está más polarizada; algún periodista se ha atrevido a lanzar la pregunta de si sentaríamos a nuestra mesa a algún familiar que no tenga la pauta de vacunación completa, si es así ¿qué hago con mi hijo de ocho años? ¿cena en la cocina el día de Nochebuena? El año pasado, muchas familias tuvieron que pasar la Nochebuena a muchos kilómetros de distancia; ¿va a pasar este año lo mismo?
Creo que salta a la vista, después de las anteriores líneas, como la frase de Julio César está hoy en día más viva que nunca: divide y vencerás. ¿Quién ganará esta batalla?.
Feliz Navidad.
Carmen Romero Cervero
Magistrada Titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 2 Mérida